Desde hace varios años (desde el 2002, por lo menos) que el tema de crear una organización cómoda para la filiación de las familias lingüísticas me parece interesante y algo que deseo hacer. Esta es la principal motivación para la creación: el deseo. También lo podíamos llamar intención, aunque intención estaría más relacionado con la forma deseada de continente del contenido deseado. El deseo es el germen, el leit motiv, lo primordial para comenzar algo.
Lo primero fue la curiosidad: ¿Cuál era el origen del euskera? Así como existían teorías para decir que el castellano procede, más o menos directa o indirectamente, del latín, no hay una respuesta a esa pregunta y es algo que me picaba la curiosidad. Me gusta esta expresión que, gráficamente, refleja muy bien esa sensación de desazón que implica que hay que rascarse aunque no sirva para nada.
Inicialmente, me planteé buscar una estructura filogenética de todas las lenguas que hay (y ha habido) en el mundo. Ahí es nada. Por supuesto, no se trata tanto de demostrar que esa estructura es la correcta, que tal o cual lengua deriva realmente de tal o cual otra. Eso es algo que, con mucho, me desborda, sino que se trata tan solo de organizar la información que existe distribuida en distintas fuentes (en ocasiones muy escasas) para poder presentarla de muy diversas maneras. No pretende ser un trabajo de investigación pura, sino más bien de recopilación y reordenación de información disponible (en ocasiones, en formatos ya de por sí muy interesantes).
Información adicional del proyecto que he ido vertiendo en el diario.